Mezcla extraña y confusa, y algunas veces ridícula de las ideas que pasan por mi mente.
jueves, 23 de abril de 2020
lunes, 20 de abril de 2020
Historia de los vampiros. Capítulo 1
HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL MITO DEL VAMPIRO EN LAS
ARTES
Capítulo 1
El fenómeno vampyr es de origen
húngaro, que deriva a su vez del polaco “Oupyr”. Tras algunas referencias del
Medievo, será a raíz del siglo XVII cuando los relatos sobre esta figura
comiencen a multiplicarse. La opinión pública europea del siglo XVIII la
ubicará en tierras húngaras.
En
1706 se escribiría el primer libro sobre vampiros que fue ampliamente leído “De
magia póstuma”, de Karl Ferdinand Scherz.,el cual describía casos acaecidos en la frontera
entre Hungría y Moravia, donde se cuenta que un campesino dijo haber sido
atacado por un vampiro, curándose a sí mismo y matando a la criatura después en
su tumba, cortándolo la cabeza y comiendo la tierra mezclada con su sangre.
Pocos años después, este campesino sufre un accidente y muere. Se le entierra
en el cementerio local pero los habitantes del lugar dicen haberlo visto días
después y haber sido infectados por él. Diez días después los habitantes de la
aldea se deciden a abrir la tumba del campesino y observan horrorizados como su
cuerpo aún se conserva intacto, con ojos, orejas y nariz frescos y sus uñas
habían sido reemplazadas por otras nuevas.
Concluyeron que este era pues un vampiro, le clavan una estaca en el
corazón y queman su cuerpo.
HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL MITO DEL VAMPIRO EN LAS
ARTES
Capítulo 1
El fenómeno vampyr es de origen
húngaro, que deriva a su vez del polaco “Oupyr”. Tras algunas referencias del
Medievo, será a raíz del siglo XVII cuando los relatos sobre esta figura
comiencen a multiplicarse. La opinión pública europea del siglo XVIII la
ubicará en tierras húngaras.
En 1706 se escribiría el primer libro sobre vampiros que fue ampliamente leído “De magia póstuma”, de Karl Ferdinand Scherz.,
el cual describía casos acaecidos en la frontera
entre Hungría y Moravia, donde se cuenta que un campesino dijo haber sido
atacado por un vampiro, curándose a sí mismo y matando a la criatura después en
su tumba, cortándolo la cabeza y comiendo la tierra mezclada con su sangre.
Pocos años después, este campesino sufre un accidente y muere. Se le entierra
en el cementerio local pero los habitantes del lugar dicen haberlo visto días
después y haber sido infectados por él. Diez días después los habitantes de la
aldea se deciden a abrir la tumba del campesino y observan horrorizados como su
cuerpo aún se conserva intacto, con ojos, orejas y nariz frescos y sus uñas
habían sido reemplazadas por otras nuevas.
Concluyeron que este era pues un vampiro, le clavan una estaca en el
corazón y queman su cuerpo.
Los brotes se repetirían años más
tarde, con lo que se realizó una investigación por parte de la medicina
publicándose “Visum et repertum” (1732), circulando por Europa y
popularizando el vocablo vampiro, el
cual ni se empleaba con normalidad hasta entonces.
Las historias hasta de la época tenían
unos rasgos comunes. Se nos describen muertos fallecidos en circunstancias
extrañas; suicidados, no bautizados o excomulgados que vuelven en forma humana
o animal, causando problemas e infectando a hombres o animales hasta que sus
cuerpos son exhumados, siendo decapitados y con el corazón extraído y quemado.
Todo ello tiene lugar en una Europa
donde la caza de brujas declinaba y los relatos de la Europa del Este
suscitaban interés y nuevos caminos a los racionamientos científicos.
Pero la Iglesia, también se inmiscuiría
en este tema y creó una orden teresiana promulgada en un edicto donde se
prohibían las ejecuciones tradicionales de los supuestos vampiros por
considerarlas prácticas supersticiosas e irracionales.
(Creo que la Iglesia no recordaba
entonces sus prácticas inquisitoriales…). Aseguraban que estas historias
formaban parte de la imaginación, (como si no lo hubieran sido antes sus
prácticas de caza de brujas).
El
vampirismo se fue formulando como fenómeno literario y de cultura de masas en
el S. XVIII. Todo tipo de creencias irracionales surgían al margen de las
creencias eclesiásticas cristianas, cercanas al laicismo y al ateísmo,
negándose a aceptar la forma de cualquier religión.
Mientras que la figura de la bruja se fue quedando en el imaginario del antiguo régimen, el vampiro va ocupando el lugar que ésta deja como la figuración del mal. Al contrario que la bruja, el vampiro no se preocupa por los medios religiosos, por lo que poco a poco se va transformando en ejemplo de obras de ópera, teatro, literatura, poesía y arte.
Mientras que la figura de la bruja se fue quedando en el imaginario del antiguo régimen, el vampiro va ocupando el lugar que ésta deja como la figuración del mal. Al contrario que la bruja, el vampiro no se preocupa por los medios religiosos, por lo que poco a poco se va transformando en ejemplo de obras de ópera, teatro, literatura, poesía y arte.
Rosseau y Voltaire se interesan por el
fenómeno vampírico en un momento en el que se abandonan las concepciones
antiguas y éstas eran puestas en cuestión mientras crecía el interés por la
disección y la investigación anatómica.
El interés de Voltaire por los vampiros
viene del hecho de haber sido en su tiempo una plaga pública que en el momento
en el que redacta su artículo, ya empieza a decaer.
Calmet en 1751, atribuye el interés por
los vampiros de su época a la curiosidad que suscitaba la resurrección de los
muertos. Según Voltaire, ya los griegos creen que personas como los
excomulgados una vez muertos vuelven para las casas a chupar la sangre de los
niños y comer la comida de sus padres, beberse su vino y romper todos sus
muebles. No se les podía vencer entonces más que quemándolos cuando se les
atrapaba y su corazón siendo extirpado y quemado aparte.
El vampiro representa la inquietud que
nace de una ruptura con el orden, del orden cósmico en ciertos momentos, como
el ejemplo del terremoto que destruyó Lisboa en el año 1755, también tratado
por Voltaire, donde no encuentra una explicación racional que de satisfacción
ni a filósofos ni al resto de la población europea de por entonces.
El vampirismo era por tanto una
expresión de desencanto de aquél mundo maravilloso que traía consigo la
modernidad triunfante, enfrentada con la espiritualidad de corte premoderno que
se negaba a morir.
Los vampiros se pondrían
definitivamente de moda en París en la primera mitad del siglo XIX. Se prodigan
allí las primeras obras de teatro y óperas del nuevo siglo.
En 1820 se representa una pieza teatral
titulada Vampire y poco después una parodia llamada “Cadet bouteaux ou le vampire”,
configurándose este año como clave en la literatura vampírica.
Este auge nos indica que el vampiro
arrancado de la superstición popular por la escritura, parecía haber dado lugar
a otro género literario. Por esta presencia teatral y literaria durante todo el
siglo XIX, el tema fue tan parisino y londinense como de Transilvania.
El romanticismo, se asocia a la
personalidad definitiva del vampiro, que persiste aún hoy en día y que tiene a
Lord Byron como su fundador más notable. En esta ola del Romanticismo, los
escritores Alejandro Dumas o Charles Baudelaire retratan con mayor o menor
fortuna la figura del vampiro.
Esta consagración literal está directamente
asociada a la enfermedad de los tiempos. La melancolía, firmemente anexionada a
la vida urbana. Esta enfermedad cultural, asociada a la democracia moderna, es
el alma de la que se nutre el vampiro que además viene sustituyendo en el
ámbito de lo irracional a la brujería antigua, igual que la religión está siendo
sustituida por el ocultismo del cual hablaremos en vídeos más adelante.
Dumas retrata en La Dama Pale, un ambiente
sombrío, con paisajes que invitan a la depresión como telón de fondo del
vampirismo. El paisaje estereotípico donde hay que situar al vampiro, en un
ambiente marcado por las brumas y las escarpadas montañas.
El vampirismo exigía una interpretación
psicoanalítica, vinculada a los
instintos sexuales y las patologías asociadas a ellos, como bien documentó
Sigmund Freud.
¿Pero cómo se dio el paso del mito
vampiro /vampiresa, al modelo de la vamp de los primeros años cinematográficos?
Existen patrones comunes entre vampiros
y vampiras de ambos sexos, sin distinción de géneros. Estos son su persistencia
del mito y su raíz romántica byroniana.
En segundo lugar, los vampiros modernos
están afectados por la enfermedad de ese tiempo ya nombrada; la melancolía y por el hecho de su
incapacidad de amar o ser amados.
Romanticismo y Melancolía son dos
constantes.
Se suma además la idea de la buena o
mala muerte. Para alguien que tuviera una mala muerte, era necesario que se le
aplicaran unos ritos, según las creencias populares de la Europa central. El
periodo inmediatamente posterior a la muerte, es fundamental para ahuyentar mediante
rituales la posibilidad de que el alma quede vagando. Se basaban pues en la
idea en la que la mayoría de las culturas pensaba que el alma permanecía cerca
del cuerpo un cierto número de días.
Algunos autores que pusieron de
actualidad a la vampiresa fueron: Sheridan le Fanu con Carmilla, Bran Stoker con
el personaje de Lucy en Dracula y Theóphile Gautier con Clarimonde.
Mujeres que con sus encantos sexuales,
atraían irresistiblemente a los hombres. Frías, calculadoras, malditas, ejercen
su dominio sobre el mundo masculino: dominio y sangre.
La vinculación de la mujer con la sangre se
fue haciendo cada vez más estrecha, uniéndose a las nuevas teorías de la
medicina donde los médicos de este fin de siglo, desarrollaron una teoría
referente a la anemia, según la cual, las mujeres afectadas de este déficit
sanguíneo debían beber la sangre de animales calientes sacrificados in situ. Esta escena fue representada en
el cuadro de Joseph Ferninand Gueldry ; Las bebedoras de sangre, en el Salón
de París en el año 1898.
Esta escena ejerció una fuerte fascinación
psicológica que hizo que se le dedicaran diferentes publicaciones.
Otra obra literaria que aborda el tema
de las bebedoras de sangre fue redactada por Rachilde, añadiéndole además la
implicación y fascinación lunar. Considerada una Baudelaire femenina y en
conexión con las vanguardias simbolistas de la época.
Es en esta época donde comienza ese
mito también de la femme criminalle y
la protituee. La mujer fatal en este
momento, acaba por ser un ingrediente mayor de sofisticación cultural en una Europa
encarnada por las vanguardias, donde se muestran los ejemplos de esta
concepción de la mujer fatal, entre la atracción y el terror.
Edward Much con su pintura Vampire de
1895.
El cuadro, realizado bajo la influencia de las relaciones que mantuvo el
pintor con una mujer mayor que él, expresa el tormento que sufrió durante ese
tiempo.
La nueva mujer late bajo esta idea de
vampirismo femenino que enlaza con el concepto de vampiresa que tendría su
pleno desarrollo en los años 10 y 20 del siglo XX, especialmente en París.
En otras obras de Much como La muerte
de Marat, se observa esta influencia vampírica.
Tiempo después el pintor Gustav- Adolf Mossaa nos deja también la imagen vampírica
reflejada en sus cuadros modernistas.
La mujer fatal es la encarnación
artística literaria del vampirismo femenino. Cientos de autores se verían bajo
el influjo de este fenómeno.
El prerrafaelismo inglés, dio a las
mujeres la ambigüedad angelical que escondía algo simbólico, como algo asociado
al mundo desquiciado de la modernidad, una huida del mundo victoriano de la
industrialización.
Gustav Moreau encontrará en Salomé
su modelo de mujer fatal transhistórica mostrándola en sus pinturas como
portadora de muerte o catástrofe.
La idea de mujer fatal no es solo
literaria o artística; tiene concreción específica en las cortesanas de la
época o bailarinas de la Belle Epoque de finales del siglo XIX y principios del
XX.
Europa entera estaba pendiente de los
caprichos de estas mujeres que sentaban las bases de la moda. Algo de lo que
también os hablaré más ampliamente en otro vídeo próximo enfocándome en el
estilo y la historia de este tipo de indumentaria. El predominio de la mujer
fatal, enemiga de las amantísimas esposas de la normalidad burguesa, ejercía su
influencia dominante.
Cuando Louise Feudillade realiza en 1915 su película Les Vampires,
Europa se encontraba en plena Guerra Mundial. Los primeros films de vampiros
responden a la crisis de la modernidad y a las monstruosidades que esta
produce.
Con la aparición en esta época del cine
sonoro, las mujeres fatales están mutando en vampiresas, cuya naturaleza
succionadora se sangre masculina procede ya más de su humanidad que de su
carácter. La vampiresa sustituye a la vampira y la convierte en algo más lógico
y racional.
El vampiro permanece como un ser de
pesadilla que fascina por igual y que encarna las angustias ante un mundo que
no llegamos a comprender.
Poemas como The Vampire de Baudelaire
o Lenore
de finales del siglo XVIII.
Polidori, amigo de Lord Byron, escribe El
Vampiro, siendo traducido éste al español cinco años después.
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