domingo, 2 de mayo de 2021

La chica lápiz en el mundo de las sonrisas borradas.

 La chica lápiz apunta en su diario :

_Quiero crecer y que todo esto acabe _

Como si fuera un sueño, como si pudiera cumplirse. Sueña con despertar un día y poder cambiar todo aquello que le rodea. 

Camina hacia el colegio, con su cartera, sus lápices nuevos,(le encanta estrenar lápices y bolígrafos nuevos), su mochila al hombro de medio lado. Los mismos compañeros, otra vez de nuevo ,esas caras, esos niños y niñas que se ríen de ella, de sus pecas, de su delgadez, de no sé se sabe muy bien qué.



La chica lápiz escribe en su diario y cuando no escribe, lee. Lee como si no hubiera un mañana, como si todos los libros de la biblioteca estuvieran ahí para ella, esperándola. Si, era allí donde ella se sentía arropada, a salvo, allí no la encontraban, allí estaba a salvo. Encontraba el silencio y su voz interior, lejos de los insultos, de las vociferaciones dentro y fuera de casa, lejos de esas niñas estúpidas que la perseguían para insultarla.




Volvía a dibujar : su casa.

 La casa de sus sueños tenía un tejado a dos aguas, un desván, una puerta principal y una grande del corral, arriba las ventanas eran redondas desde donde se divisaba la montaña, con picos nevados, pájaros volando alto, árboles muy poblados, el riachuelo frente a la casa y el puente de piedra para llegar hasta allí. 

Soñaba con despertar, descorrer la cortina, observar este paisaje a diario. Su flor fresca diaria en la bandeja junto con su desayuno . Levantarse, sonreír, si es que entonces recordaba cómo se hacía eso...

Después se sentaría y escribiría en su máquina, la belleza y verdez del paisaje la inspirarían, los animales, el sonido del arroyo. 

Sí, lo tenía claro, así tenía que ser su vida. no siempre se sentiría igual. Iba a escapar.


-Señor, ¿me puede ayudar?-.Quiero coger un tren hacia ese lugar.

-¿Qué lugar es ese niña? No te puedo ayudar si  no me dices dónde se encuentra o cómo se llama. 

-Si señor, se llama Alegría, pero no sé muy bien cómo llegar. Debe  de estar lejos de aquí, del país donde se borran las sonrisas.

-¿De verdad? No sabía que por aquí borraran las sonrisas, aunque ahora que lo pienso, algo vengo notando-.

-Pues sí señor, así es, las borran-.

-¿Y quienes son pues esas gentes que intentan borrar sonrisas?

-Los niños malos. Me persiguen y se ríen de mí por ser diferente. Dicen que soy rara.



-¿Rara? Jajaja, ¿y no serán ellos los raros?,¿y tus padres? ¿Dónde están?-. 

-Ellos han vivido demasiado tiempo en el país donde te borran las sonrisas y apenas ya sonríen. A mi mama le queda algo de tiempo pero mi papá ha sido completamente absorbido.

-¿No será que tu papá trabaja mucho y se la han borrado allí donde trabaja?

-Si señor, bueno, supongo que sí-. 

Y se alejó. Si no encontraba pronto el andén quizá sería la ultima oportunidad que tuviera para alejarse de allí.

-Supón que lo cogieses, ¿a dónde irías?-le preguntó una voz que salía del túnel. 

-Allí, donde está mi casa- y sus lágrimas brotaban de sus ojos- solo sé que quiero irme de aquí-.

-Esto es todo lo que puedo ofrecerte. Con esto podrás viajar a donde quieras y cuando quieras. Además descubrirás a nuevas personas y lugares, gentes buenas que te ayudarán a comprenderte y comprender a otros. Tienes un gran poder en tus manos y yo te lo confío a ti, eres una niña mágica. -dijo la voz entregándole un libro que apareció en la entrada del túnel- Es un libro mágico así que cuídalo y nunca lo pierdas.



-Pero... yo no soy mágica-musitó.

-Eso solo te lo dirán aquellos que quieren quitarte la magia y la sonrisa pero si tu crees en ti misma podrás algún día encontrar el andén del tren hacia esa casa.


5:00 a.m

Suena el despertador, lunes.

El dolor en el cuerpo es insoportable,la ansiedad ha hecho que duerma poco. Tira de la cuerda de la lámpara, ha vuelto a posponer la alarma. Diez minutos de más, son diez minutos más tarde que llegará a casa tiene que tener tiempo para limpiar, hacer la comida, y echarse la siesta o le dolerá la cabeza. Tiene que imprimir unas cosas y llamar a ese señor del trabajo,  mientras arrastra las zapatillas y se abrocha la bata subiéndose el cuello de esta, pues aunque estamos en Abril, aún hace frío.

Desayuna rápido, café, algo de avena  y el zumo con la vitamina. Su efecto más que vitaminado es placebo para combatir el cansancio. Pastilla contra los malos pensamientos, como la llama, para adentro. Recoge sus cosas y se viste. Ropa oscura, desgajada, y la bata de trabajo. Hoy el día es duro, aún queda mucho por limpiar. 

Sale a la calle, el mundo Matrix hace que choque con ,justamente , las dos únicas personas que andan por esa misma calle. Se agacha, le duele hasta el alma. Se viste los guantes, aún siguen húmedos y su olor a rancio le hace torcer el gesto. Se enfunda la mascarilla, aprieta los dientes y sonríe a ese primer vecino que le da las buenos días a regañadientes a las 6:10 de la mañana.

A veces su cuerpo le duele tanto que se le saltan las lágrimas. Su único compañero es el auricular. En la calle, vacía y sola como ella , solo hay el tráfico de los coches de la gente sin sonrisas. Desea llegar a casa, descansar, abrir esas páginas y soñar, desaparecer del mundo de las gentes sin sonrisas, a ella le queda ya poca  y ahora sonreír es apenas visible, además la mascarilla ha borrado el leve rastro de alegría que quedaba.

Piensa en la estación de tren en esa niña, en ese andén... ¿existirá realmente ese lugar? Está segura de que sí, eso es lo que la anima a que siga despertando a diario, luchando.

La vía aparecerá y ella encontrará su hogar, esa casa del bosque escondida donde escribir y volar y volar, como los pájaros de su dibujo.





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